Comencé el año con muchas espectativas y aún tengo muchos ánimos, pero tiendo a llevarme fácilmente por la fatalidad, no porque en verdad ocurra algo malo a mi alrededor, sino porque lo bueno no se da lo rápido que quisiera.
Trato de cambiar mi mentalidad. Trato de abrirme puertas y ventanas en lugar de cerrármelas, pero a la vez es difícil. No sé bien que es lo que quiero, o lo que quiero ahora luego ya no lo quiero. Lo que sí estoy segura de saber que es lo que no quiero.
No quiero un hombre posesivo al lado. Hace poco conocí a un chico por un chat, es de Lima y conversamos, cuando la cosa se puso un poco más subida de tono, se creyó con derecho a decir que me desconecte temprano y a exigirme que le diga qué siento por él. Llevada por el momento no pude ponerle su parche, además que no me parecía hacer un lío de eso, pero sí me ha servido reflexionando luego que no, no quiero un tipo que me controla siendo nada, que dice quererme siendo nada, que me habla cosas que no debería decirme siendo nada, como sería si fuese algo. Quedamos en vernos en febrero, pero la verdad yo ya no tengo ganas de eso.
No quiero dejar de trabajar. Desde que puedo hacerlo, bien o mal, me he sentido no solamente útil sino satisfecha conmigo misma que es lo que al final importa.
No quiero dejar de aprender. Eso nunca.
Pero sobre todo no quiero dejar de soñar.
Canción para no dejar de soñar:
viernes, 23 de enero de 2009
Suscribirse a:
Entradas (Atom)